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domingo, 8 de noviembre de 2009

cincuentilador

Y como siempre, están los que tienen que estar.

Pinche banda pedota jajajajaja rifado rifado, se la saben!

Neta neta muchas gracias por tokio japón.

lunes, 17 de agosto de 2009

Perfect Day

Ohh is such a perfect day... I'm glad I spend it with you (all)

Si mi vida fuera así todos los días, qué rechingado gusto daría levantarse temprano aunque haga frío.

martes, 14 de octubre de 2008

Two weeks off

Dos semanas en que la vida me ha traido aventuras inesperadas y retos increíbles.


Desde turbinas, módulos xm, problemas creados en la raiz, grandotas pa'que me peguen y chiquitas pa'desquitarme... hasta pueblos fantasmas, reencuentros de amigos, búsqueda de Dioses, pláticas con cyborgs buena onda, tropezar de nuevo con la misma piedra, rifarse por un candado y rifarse por despertarse, las alas negras que volaron a las 6, y el traje naranja que tus tiernos ojos vieron.

No, no mames, vaya dos semanas!! vaya vaya vaya

Gracias Dios, gracias... nos vemos pronto, y espero que te recuperes ;)


viernes, 12 de septiembre de 2008

Unicornio

Bety, ese es el nombre de quien mucho tiempo fue mi unicornio. Tengo que explicar en este punto a qué me refiero con "unicornio" para todos aquellos que pudieran no entenderme: el unicornio era en la mitología un animal imposible de atrapar, dando entonces como resultado que el concepto de unicornio sea aplicable a algo que sólo podemos admirar sin siquiera intentar atrapar, pues es imposible.

La ví por primera vez cuando entré al tec y quedé cautivo ante su belleza, que aun cuando no era la más sorprendente que había visto, su semblante me inspiraba y había algo en su expresión y en su mirada que la llenaban de misterio ante mis ojos. Ella era de nuevo ingreso también y por esa causa, aunque en carreras completamente distintas, nos cruzábamos siempre en los pasillos y hasta en la biblioteca.

Algunos de mis amigos y amigas se enteraron que la consideraba mi unicornio y cada vez que podían, me hacían saber cualquier cosa sobre ella. Durante años jamás me atreví a hablarle, y pensarán "¡que puto!", pero había una fuerza increíble que me hacía desvanecer ante la sola idea de pararme frente a ella para decirle "hola". No es que sea tímido, aunque quizá a veces soy algo ranchero; el caso es que muchas veces me guío por mis instintos y de alguna manera jamás sentí que fuera el momento indicado para hacerlo.

Pasó el tiempo, conocí a mucha gente a través de las diferentes clases y de alguna manera me fuí aproximando, sin quererlo, a su círculo de amigas. Resultó que Paulina, amiga de Gaby, a quien conocí en clases de fotografía, era muy amiga de Bety. Alguna vez platicando con Pau y con Giselle, que por cierto se caía del Taipei 101 de buena y de guapa, salió a la plática Bety y confesé que me gustaba; rápidamente Pau se interesó en el tema pero instintivamente disminuí la importancia del asunto y cambié de tema sin hacer aspavientos.

Siguió pasando el tiempo y cuando comencé como presidente de la sociedad de alumnos de mi carrera, me hice buen amigo de Juan, el presidente de su carrera; cosa más sorprendente aún sucedió cuando me enteré de algo inesperado: Bety formaba parte de su mesa directiva. A través de lo diferentes eventos y reuniones del consejo estudiantil nos empezamos a topar más a menudo, no recuerdo bien si desde antes ya la saludaba pero sí puedo decirles que estos hechos lograron que el saludo se diera más natural.

No estoy seguro si fueron mis nervios o si era su personalidad tan seca, pero todas las pocas conversaciones que tuve con ella fueron como una extensa llanura. Jamás logré sentir algún relieve en nuestra limitada interacción, como si todas mis reacciones instintivas anteriores por evitarla hubieran sido justificadas por una certeza sospechada de que las cosas no funcionarían. Poco a poco fuí replegándome nuevamente a la posición de simplemente admirarla, idealizando todas esas características que yo sé que no tenía y abandonando esa idea absurda de querer atrapar un unicornio.

miércoles, 9 de abril de 2008

instante

Tus ojos eran diferentes,
tu mirada, tu mirada no era tu mirada
ni era mía... ni tú eras tú, ni yo era yo,
el momento mismo se extendió interminable
como el manto de un líquido derramado.

Navegué por lo que parecieron horas
remando contracorriente,
pero toda tú eras inevitable;
te miré por todos lados que mi vista cruzó
pero no eras tú y tampoco era yo.
Te llamé hacia mí, con voz prestada.
Llegaste a mi con mirada ajena.
Quise creer que aun dormitaba.
Hiciste creer que te soñaba.

Por un instante se apagó el sol,
el cuerpo no respondía, abandonado.
Mi mano sostenía un sueño entre dedos.
Tu boca sostenía un beso entre labios.

Recordé cada mirada, cada palabra,
cada risa, cada paso en tu sendero.
De pronto todo revoloteó en mi cabeza
como las olas del mar en tu playa.

Se redujo a granos de arena,
que rodaron lentos por tu cuerpo,
y cayeron... y rodaron...
y encontraron su lugar entre tus pasos.

miércoles, 20 de junio de 2007

Maravilla

Mi mano comenzó a deslizarse suavemente sobre tu mano, que estaba sobre tu pierna. La conversación suave y pausada me permitía disfrutar de tu aroma, de la suavidad de tu piel y de ese lindo rostro que me eriza la piel. Tomaste mi mano entre tus manos mientras platicábamos cosas triviales como pretexto; ocasiones en que inventas la conversación que te permita ocupar tu mente en disfrutar el momento. La penumbra que acechaba dió la pauta a los besos y a las caricias; la mano que me quedaba libre disfrutaba tocar tu hombro, sentir tu vestido, recorrer tus muslos. Los momentos que me permitían girar mi cabeza hacia tí, terminaban en besos que iban mostrándonos el camino. Recorría tu muslo cada vez con más detalles, tu mano acariciando mi cabello acercaba mi rostro hacia tus labios. Perdí la noción del tiempo, incluso del espacio.

Acercaste tu cuerpo hacia mi, la pasión se desbordaba por cada poro de la piel. Besaste con todo detalle mi cuello, tu mano recorría mi pierna en busca del momento preciso de avanzar. Estaba extasiado con el momento, mi mano recorría tu cuerpo con caricias que aumentaban la pasión de tus besos. Tu mano finalmente avanzó, tus caricias aumentaban la adrenalina del momento y el control se perdió definitivamente.

Tu boca distraía mi mente con besos mientras tu mano desabrochaba mi cinturón. Los botones cedieron fácilmente y tu mano prosiguió con las caricias. Mi mano recorría tu baja espalda, desde la zona descubierta por tu vestido arriba, hasta las caderas y los muslos que se sentían firmes bajo esa tela tan suave. Tu mano llegó hasta su destino, me tomaste suavemente acariciando mientras una agradable sensación recorría mi cuerpo. Continuaste el movimiento, nuestros labios se humedecían mutuamente y la temperatura aumentaba cada vez.

Retrocediste un poco, acomodaste tu cabello, giraste la vista hacia atrás, luego de un par de respiraciones agitadas desabrochaste tu cinturón. Pudiste acomodarte mejor girando tu cuerpo hacia mi. Tu mano continuó su labor mientras yo acariciaba tu nuca, acercando tus labios a los míos. Comenzaste a bajar recorriendo con tus labios mi camisa, besaste mi abdomen hasta tu destino. Con tu mano ayudaste a tus labios a sostenerme mientras besabas y jugabas con tu lengua. Por momentos cerraba los ojos y recargaba mi cabeza en el asiento. La humedad de tus labios hacía que creciera cada vez más. El vaivén erizaba toda mi piel, la adrenalina llenaba nuestros sentidos, mi mano te acariciaba con fuerza.

Recuerdo que regresaste a tu lugar ruborizada y con la sonrisa pícara. Nos besamos nuevamente. Se había vuelto de noche. Con las primeras luces de la ciudad despertaron, primero uno, después el otro. Se reanudó la conversación mientras te miraba aun sonriendo.

Todo estuvo perfecto ese día: Tú, tu vestido, tu aroma, la autopista... incluso tus dos cuates dormidos en el asiento trasero todo el camino.