jueves, 7 de mayo de 2009

Rounder

Explotó enérgicamente como desde hace algún tiempo su cuerpo se ha acostumbrado a hacerlo. Sacudió cada extremidad, todas al mismo tiempo, con fuerzas que parecían salidas de las vibraciones que percibía. Los fractales se creaban y disolvían formando intensos patrones de luz y colores moviéndose frenéticamente sin descuidar el ritmo. De vez en cuando regresaba un poco al mundo y nos permitía un par de miradas fugaces; luego regresaba adentrándose a la parte más honda y salvaje de ese mar de colores. Permaneció así por lo que pudo relatar como una eternidad sin tiempo. Cuando hubo regresado a la orilla, donde lo esperábamos, comentó un par de cosas triviales, dió un par de tragos a su vaso y permaneció en reposo unos segundos escuchando atentamente la conversación con una sonrisa.

Cuando se percató del aumento en el oleaje, producido por una subida de frecuencias y vibraciones, notamos cómo fue que el ciclo se repitió una vez más desde el principio, como lo había estado haciendo desde que puedo tener memoria de esa noche, y ese día, y todo lo que siguió después.