Un día desperté y decidí sacudirme todos los vestigios sociales que habían marcado mi mundo, mi vida. Lo más dificil fue volver a nombrar todas las cosas en un lenguaje que tuve que creas yo mismo. Batallé infinitamente ponderando los grados de semejanza que podía llegar a lograr al aproximar cada cosa o cada idea a un concepto englobado en un adjetivo. Escribí miles de páginas sin fin con el conjunto de símbolos que hube de inventar para expresar la exquisita complejidad de mi mente.
La labor fue titánica, pero en cada paso que daba hacia mi meta me sentía más contento de poder expresar más fielmente mis ideas con un lenguaje que yo mismo estaba inventando. Había logrado eliminar esa penosa y destructiva necesidad de empujar ideas perfectamente logradas en restrictivos moldes que eran representados por las palabras que otras personas habían inventado sin pensar en las necesidades que podía yo tener para transportar mis valiosas ideas.
Finalmente un día llegué al triunfo que coronaba mis esfuerzos: había creado el luenguaje perfecto que se amoldaba a mis ideas en lugar de que mis ideas se amoldaran al lenguaje disponible. Hice una danza triunfal que ningún otro ser humano hubiera podido igualar en goce y alegría, era el momento más maravilloso que mi mundo había podido presenciar. Emocionado comencé a depositar las ideas más concretas de mi mente en las expresiones más fieles que jamás hubiera podido imaginar.
Lloré de alegría, lo juro.
Me sentí invencible, y en la algarabía del momentó decidí hacer gala de mi nuevo juguete. Indudablemente era como pasar de andar en bicicleta a volar sin necesidad de alas con tan solo pensarlo. Me acerqué desbordante de alegría a mis amigos de toda la vida, les conté detalle a detalle todo lo que había sucedido y ellos miraban anonadados mi expresión de felicidad incomparable. Bastaron algunos minutos para percatarme que algo estaba aconteciendo mal en mi anécdota del suceso perfecto en mi vida.
Lentamente se fue borrando la expresión de recocijo de mi rostro. Tenìa el poder absoluto de plasmar mis ideas en el más fiel de los lienzos, pero todo esfuerzo era en vano, la perfecta sincronía de mente-lenguaje resultaba igualmente util que una regresadora de CDs.
Mi corazón estalló en miles de pedazos, exploté en llanto y derramé mi humanidad sobre el piso que me sostenía. Decepcionado a muerte comprendí que toda mi vida fuí, soy y seré esclavo de la sociedad, porque no importa lo que haga, estaré siempre en función de lo que la sociedad me dicte, porque ningún hombre puede ser una isla.
miércoles, 16 de diciembre de 2009
Walk alone
Publicadas por BuenasChambas a las 12:13 a.m.
Etiquetas: Sabiduria BuenasChambas
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2 comentarios:
hola soy yuli
jejeej
gracias chikkillo disfrute mucho platicar
Un placer, cuando gustes a 30 Euros el minuto ;) ajjajajaja
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