miércoles, 9 de septiembre de 2009

El poder de las palabras

El suculento helado apenas había sido servido como una enorme bola cremosa sobre un gran cono de galleta.

Ambos sonrieron felices, habían esperado tanto tiempo por ese momento juntos, un abrazo que parecía no tener final.

Con los cuerpos empapados en sudor, la chica estalló en un profundo orgasmo ante el cadencioso vaivén de las caderas del joven con quien se entregaba aquella tarde a los placeres del amor.

La pequeña niña observaba con asombro cómo la cabeza de su madre se deformaba estallando en un enorme charco de sangre y trozos de carne golpeando contra el pavimento bajo aquella llanta de microbus que continuaba avanzando entre los gritos horrorizados de la gente en la calle.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

andas pedo o estas pendejo?

Anónimo dijo...

Que poder tienen, en verdad, conforme lei, se crearon las imagenes en mi cabeza.

Saludos.

Tulius Ciceron dijo...

chido el hasis!!!

para la proxima te recomiendo unos hongos uufff... y no van a ser los de los pies

jess dijo...

:S

¿Para esto querías una chamarra de plumas de ganso?.....

:S

jajaja, huí toda mi vida de medicina forense, pasé de panzaso, huyo de todo tipo de imágenes violentas y agresivas y leo ésto!!

Si tengo pesadillas, serás el culpable.
Jum!

abrazossssssssss!

Anónimo dijo...

Chambas estas bien goooooooei???no te metas chochos tan baratos convinados con guacardi si te pone mal, o es la depresion de no agarrar una sola vieja??? Me preocupas cabron